Texto: Antonia Peña Fernández

Servidora, la que abajo firma, tuvo durante mucho tiempo lo que se suele decir unas tetas «de revista». Hacía topless, y me ponía escotes por el ombligo. Digamos que estaba orgullosa de mis tetas y las enseñaba todo lo que podía.

Con el paso de los años, ahora tengo 44, y después de un par de lactancias prolongadas, mi pecho ya no es ni sombra de aquella talla 100 firme y lo que yo estimaba «deseable», y por supuesto…ya no hago topless.

A las mujeres de mi generación no nos educaron para buscar un buen marido, sino para estudiar, tener buenas carreras y ser independientes, pero a pesar de eso, el deseo de seducir, de gustar, de resultar atractivas, es algo que parece estar impreso en cada célula de cada mujer. Es ésta una cuestión biológica? O es una imposición social? Quién dice que para seducir hay que tener una 95 que mire ligeramente hacia arriba?

De dónde vienen los cánones de belleza que seguimos como borregos? Cómo llegamos a creer que para ser aceptables tenemos que permanecer siempre jóvenes y ser todas iguales? Por qué tiene más peso el pecho femenino cómo símbolo sexual que como medio para criar bebes sanos?

Lo que en principio iba a ser un artículo de opinión se ha convertido en una invitación a todas nuestras lectoras para aportar su punto de vista sobre esta cuestión, ya que, a medida que he ido hablando tanto con mujeres como con hombres sobre ello, no han hecho más que venir nuevos interrogantes a mi mente. Estás invitada a darnos tu opinión en las redes sociales.

Esta mañana estaba en casa de una amiga bañándome en su piscina y, sin previo aviso, le he preguntado:

– Oye, tú por qué ya no haces topless?

Y sin pensárselo dos veces me ha contestado:

– Porque temo el juicio de otras mujeres, y tú?

– Yo porque temo el de los hombres.

Me resulta incomodísimo llevar puesta la parte de arriba de un bikini, sobre todo si está mojada, pero os aseguro que hoy día soy incapaz de quitármela dependiendo de quien haya a mi lado. Yo! Una mujer moderna, madura y que sabe lo que quiere (me encantaría poner aquí uno de esos iconos del wasap). Y el caso es que hay días en que me levanto, me miro desnuda en el espejo, y me gusto, me gusto mucho. Tetas incluídas. De dónde viene entonces ese rechazo hacia mí misma que siento otras veces? Dicen por ahí que según se ve uno a sí mismo, así te ven los demás, y no le falta razón a la frasecita, pero no puedo evitar que esto me lleve a preguntarme:

¿De dónde viene nuestra autoimagen? (y aquí no hago distinción entre hombres y mujeres) ¿Es producto del bombardeo de información al que estamos sometidos desde que nacemos sobre cómo debemos ser para que nos acepten? ó ¿Es producto del verdadero contacto con nosotras mismas? Si la imagen que tengo de mí viniera de mi interior y no estuviera sesgada por información externa, quizás haría topless porque estaría orgullosa de lo que mis pechos son y han sido en mi vida. He amamantado a mis hijos, he seducido, han contribuido a mi equilibrio hormonal y a mi salud, he sentido placer y sigo sintiéndolo. Todo sería más sencillo si la mente callara y el cuerpo hablara.

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Author: gansosmag

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